Lo cierto es que sí. Hace años, la gente tenía miedo de venir a practicarlo.
¿Por qué?
No lo sé, recuerdo que tuve a dos chicas con los ojos abiertos durante toda la clase porque temían estar en una secta. Pero ahora la gente es más abierta y ha descubierto los beneficios de la práctica de yoga.
¿Y cuáles son?
Muchas personas vienen con una idea equivocada, porque con el yoga, además de relajación, se consigue una gran flexibilidad y conciencia del cuerpo. También se aprende a respirar.
¿Por qué? ¿No sabemos?
No. Para los alumnos es lo más difícil. Cuando les dices que tienen que estar una hora y media respirando por la nariz... ¡Qué locura!
Pero eso también debe de ser beneficioso...
Sí, aquí llega mucha gente con estrés, con ansiedad y otros problemas de salud. Y consiguen avanzar mucho.
¿En todos los casos?
Cada persona es un mundo. Hay alumnos que se relajan tanto que llegan a roncar al final de la clase, cuando se tumban en silencio en el suelo. Una hora de buen yoga equivale a cinco de sueño. Te vas renovado, lleno de energía.
¿Los beneficios se notan ya en las primeras clases?
Depende de la concentración, pero para conseguir algo es necesario un 90% de práctica. Lleva su tiempo.
En su aula, ¿más mujeres o más hombres?
La mayoría, mujeres. Pero todos los alumnos comparten algo: la dificultad de reservar una hora al día para sí mismos.
BIO
Susana nació en Madrid, pero vive en A Coruña desde 1992. Conoció el yoga a través de libros y se formó en cursos en Galicia, Madrid y Barcelona.
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